El Real Madrid eliminado de la Champions, ¡el Arsenal a semifinales!

¡Adiós, Real Madrid! El Bernabéu se queda sin remontada y con Ancelotti en la cuerda floja. La flauta no puede sonar siempre.

¡Oh, qué noche tan triste para el Real Madrid! El Santiago Bernabéu, ese estadio que tantas veces ha sido testigo de remontadas épicas, de noches mágicas donde lo imposible se hacía realidad, se convirtió anoche en un cementerio de ilusiones. El Arsenal, con una mezcla de talento, orden y descaro, no solo mantuvo su ventaja de 3-0 del partido de ida, sino que le propinó un nuevo zarpazo al conjunto blanco, venciendo 1-2 en el feudo madridista para un global de 5-1. ¿Remontada? ¡Ja! Lo que hubo fue una nueva derrota, una bofetada más a un equipo que no juega a nada y una afición que, con razón, se fue a casa con el corazón roto y la paciencia agotada.

La narrativa era perfecta: el Madrid, rey de las remontadas, con 15 Copas de Europa en sus vitrinas, iba a obrar el milagro. Los jugadores, con Jude Bellingham y Kylian Mbappé a la cabeza, hablaban de “magia del Bernabéu”. Carlo Ancelotti, el maestro del milagro, prometía calidad, compromiso y experiencia. Pero, ¡vaya sorpresa!, la magia se quedó en un truco barato de principiante. El Arsenal, liderado por un Declan Rice que parece tener más liderazgo que todo el mediocampo blanco junto, se plantó en el césped como si el Bernabéu fuera un parque de barrio. Bukayo Saka abrió el marcador con un golazo que dejó a Courtois como estatua, y aunque Vinícius Jr. empató momentáneamente, Gabriel Martinelli remató la faena en el descuento. El Madrid, desdibujado, desordenado y sin ideas, se despidió de la Champions con más pena que gloria.

Y hablando de penas, ¿qué decir de Ancelotti? El italiano, que ha vivido de la épica y de la gestión de egos durante años, parece haber perdido el toque. Su Madrid es un equipo sin alma, sin patrón de juego, sin intensidad. Las críticas en las redes sociales y en las gradas son unánimes: “Ancelotti out”, claman los aficionados. ¿Dónde está la estructura táctica? ¿Dónde está la garra que caracterizaba a este equipo? Ni siquiera el fichaje estelar de Mbappé, ese que iba a cambiarlo todo, ha servido de algo. El francés, perdido en el caos blanco, parece más un turista de lujo que el salvador que prometía ser. Once derrotas esta temporada, nueve más que la campaña pasada, son el reflejo de un proyecto que hace aguas por todos lados.

La afición madridista, que llegó al estadio con la esperanza de ver una de esas noches que se cuentan a los nietos, se fue con la cabeza gacha y el orgullo herido. “¡Esto no es el Madrid!”, se escuchaba en las calles aledañas al estadio. Y es que este equipo, que vive de la historia y de la mística, no puede seguir dependiendo de milagros que no llegan. La eliminación no es solo una derrota deportiva; es un fracaso monumental, una señal de que el ciclo de Ancelotti y de varios jugadores está agotado. Florentino Pérez, que ayer celebraba la clasificación del Barcelona a semis (¡qué ironía!), tendrá que tomar decisiones drásticas si no quiere que el Bernabéu se convierta en un polvorín.

Mientras tanto, el fútbol sigue su curso, y el Barcelona, sí, el eterno rival, rumbo a la disputa de las semifinales tras eliminar al Borussia Dortmund. Los culés, con un juego vibrante liderado por Lamine Yamal y Raphinha, se medirán al Inter de Milán, que dio la sorpresa al dejar fuera al Bayern Múnich de Harry Kane. En la otra semifinal, el Arsenal, verdugo del Madrid, se enfrentará al PSG, que también llega con un liderato sólido tras despachar a Aston Villa. El contraste es doloroso: mientras el Barça y el Arsenal brillan, el Madrid se hunde en su propia inercia.

Esta eliminación es más que un tropiezo; es un toque de atención. El Real Madrid, que se jacta de ser el rey de Europa, no puede vivir eternamente de la épica. Sin juego, sin ideas y con un entrenador cuestionado, el futuro pinta sombría. Ancelotti, Mbappé y compañía tendrán que mirarse al espejo y asumir que, esta vez, el Bernabéu no fue suficiente. ¡Qué lástima, Madrid! La Champions sigue, pero sin vosotros y con el Barça en semifinales 6 años después.